20/10/10

La aldea gala se rebela contra el imperio.

De Kaos en la Red:
Ahora mismo el pueblo francés –inmigrantes incluidos, naturalmente- es la avanzadilla de la conciencia mundial contra el capitalismo salvaje. Cuando las tres cuartas partes de una nación se opone frontalmente a las decisiones de su gobierno es que estamos ante un asunto serio y por tanto debería ser tomado en serio, especialmente si el gobierno de esa nación se considera democrático. Pero cuando se envía a la policía para cargar hasta con los adolescentes de los institutos y declara que no cederá en sus posiciones es que no solo ha fracasado la democracia: es que la gente que aún no sabía la verdad se ha dado cuenta y de paso se ha llevado una gran decepción.
¿Y cuál era esa verdad que muchos no habían descubierto aún? Sencillamente que la democracia ha sido secuestrada por los mercados financieros (FMI, BM, OMC Y ASOCIADOS DE LAS MULTINACIONALES DE ESTO Y AQUELLO).
No existe la democracia. Son ellos, los nuevos estados sin respeto a fronteras ni derechos los que dictan las normas, y no negocian, como vemos en Francia y ya hemos visto en Grecia y en España con tan malos resultados para todos los sectores sociales menos para el Imperio y sus amas de llaves, por supuesto.
Quienes dictan las normas y no negocian, ¿qué son, sino dictadores? Francia es ahora mismo una gran ventana para que el mundo compruebe de una vez por todas y despierte a esta gran realidad de que las llamadas democracias con todo su aparato mediático, sus gobernantes y sus parlamentos no son otra cosa que un escenario donde actúan unos individuos que dicen representar a los intereses colectivos. Pero estos no son precisamente los intereses de los pueblos, sino los de los ricos y poderosos del mundo, para quienes la democracia formal – que es la que nos dejan tener- es una palabra vacía y sólo útil como disfraz de camuflaje de una dictadura real, que es la que padecemos.
Igual que en China, o en Corea del Norte, el pueblo no cuenta: lo que cuenta son las cuentas de los que lo gobiernan, y el Estado es su organización necesaria. Por así decir: su organización de contables. Claro es que se trata de contables armados, porque en algunos momentos las gentes se sienten tan expoliadas, tan puestas contra las cuerdas y tan despreciadas que pueden rebelarse, como ahora mismo en Francia. Entonces se les manda a las fuerzas del orden, de “SU” orden.
Y es que el orden real es exactamente el orden despreciado, porque orden real es el que se basa en la justicia, en la distribución justa de los bienes y en el respeto a las necesidades de quienes los producen que oh, paradoja, no los disfrutan. Y no los disfrutan sencillamente porque por esta o aquella ley contra el orden real son desposeídos por aquellos que les mandan a la policía si reclaman el orden justo. Por tanto, el llamado orden no es el orden de las democracias reales, que todavía no existen y que dan la voz y se pliegan a la voluntad popular, sino que la democracia formal es eso, una forma hueca: la forma en que el desorden se institucionaliza y finge dar voz al pueblo mediante las farsas electorales y los escenarios parlamentarios pero no cumple la voluntad del pueblo, sino la de los explotadores del pueblo. Y esto es lo que Francia está viviendo estos días decisivos. Decisivos porque lo que ahí sucede tiene una gran trascendencia y tendrá graves consecuencias si fracasa. Una gran trascendencia porque representa el primer rechazo frontal en Europa a la última vuelta de tuerca del capitalismo usurero: el retraso de la edad de jubilación.
En su irracionalidad, los contables de los gobiernos retrasan el ingreso de los jóvenes al mundo del trabajo mientras quieren amarrar a sus máquinas a los matusalenes. Tal disparate es incomprensible. Y eso que ahí se trata de jubilarse a los 62 en vez de a los 60, porque ¿qué decir de España donde se pretende implantar los 67 y no sigue el ejemplo francés ni de lejos?
Ahora mismo todos los trabajadores de Europa deberían movilizarse para apoyar a Francia, porque si esa batalla se gana, se ganaría para todos, pero si se pierde, porque se dejan solos a los franceses, no sólo van a perder ellos, sino que nos podemos preparar los demás. Esto es como si en una clase un grupo de alumnos se rebela contra un profesor dictador y exigen ser escuchados. Sólo si cuentan con el apoyo del resto pueden los alumnos rebeldes conseguir que el profesor cambie de actitud y aprenda a escuchar. Pero si se quedan solos el profesor castigará a los rebeldes, les despreciará públicamente ante la pasividad del resto más sumisos tras esto y entonces podrá atreverse a dar un paso más en sus actitudes autoritarias. Esto mismo puede suceder en Europa.
El capitalismo no debería ganar esta batalla, porque si la gana vendrán nuevas vueltas de tuerca a las ya dadas con poca resistencia por parte de los afectados: más paro, recortes salariales, despidos a la carta, menos derechos laborales y sociales y todo eso que sabemos.
Y no olvidemos que aún le quedan medidas que tiene aparcadas de momento: ¿o es que ya nadie se acuerda de la jornada laboral de 65 horas?
La dictadura del capitalismo no es algo estático. Avanza o retrocede según la resistencia que encuentre. Y si no la encuentra, pues avanza. Y eso es lo que está ocurriendo. Y eso es lo que los franceses no están ahora mismo dispuestos a permitir: ellos han dicho BASTA pacífica, pero resueltamente. Ellos, sí. Vive la France.

Un articulo de Kaos en la Red:http: //www.kaosenlared.net/noticia/aldea-gala-rebela-contra-imperio

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